4 de abril de 1340.-
Al enfrentarse con una escuadra de benimerines más numerosa, en el estrecho de Gibraltar, resultó muerto en combate el Almirante mayor de Castilla y Señor de la villa de Moguer Alonso Jofre Tenorio.
La escuadra castellana al mando de Tenorio se había visto reforzada con diez galeras enviadas por el rey de Aragón para acabar con el enemigo común del norte de Africa, juntas pasaron el estrecho bloqueando eficazmente por mar las ciudades de Algeciras y Gibraltar.
Escuadra castellana.
La muerte de Gilabert de Cruylles, que era el almirante de la flota aragonesa, en las playas de Algeciras, donde había provocado temerariamente a los moros, hizo que las galeras de este reino se retirasen a él, quedando Tenorio solo con sus fuerzas que eran manifiestamente insuficientes para garantizar la guarda del estrecho. Además, sus buques se encontraban faltos de tripulación y sin víveres, lo que le obligó a enviar al Puerto de Santa María ocho naves gruesas, lo que mermó aún más sus posibilidades de hacer frente con éxito a un ataque de los benimerines.
Esto fué aprovechado por el sultán Abul Hassan que aprovechó para desembarcar en socorro de Algeciras con una flota compuesta por setenta galeras de guerra y otras ciento cuarenta más pequeñas para trnasporte de hombres y material bélico, lo que hizo que Jofre Tenorio se deshiciese de otro barco más para enviar aviso al Rey de lo que ocurria, con lo que al Almirante de Castilla se quedó con veintisiete galeras y seis buques de alto bordo, llamados leños, y algunos otros más pequeños de transporte.
Galera castellana del siglo XIV.
Con tan menguadas fuerzas no pudo evitar que las fuerzas musulmanas cruzaran de Ceuta a Algeciras, además la operación fué llevada a cabo aprovechando la oscuridad de la noche, aunque si se hubiese hecho de día tampoco hubiese supuesto la escuadra castellana ningún obstáculo, aunque el Almirante de Castilla hubiese trabado combate con ellos, pero dió orden de volver la flota a Sevilla para reforzarse.
En Sevilla se comenzó a murmurar del honor y el valor del Almirante, y hasta el Rey castellano Alfonso XI comenzó a hacerse eco de las habladurías, hasta que estas llegaron a los oidos de la esposa de Tenorio, Doña Elvira Älvarez, que habitaba en dicha ciudad, se apresuró a poner en su conocimiento lo que de él se decía de su fama y valor. El Almirante al ver que su honra estaba comprometida, decidió tratar de salvarla, no teniendo otro modo que presentando batalla ante fuerzas tan superiores, aún sabiendo que iba directo a una muerte segura.
Alfonso XI de Castilla.
Tal día como hoy del año 1340, salió Alonso Jofre Tenorio del puerto de Sevilla con su reducida escuadra en busca de la flota musulmana, éstos quedaron estupefactos cuando vieron a la armada castellana que les venía de frente, siendo tan inferior en número, por lo que pronto los barcos benimerines rodearon a las galeras castellanas, cayendo éstas apresadas o echadas a pique, algunos hombres de las tripulaciones castellanas se salvaron, trnasbordando a otras que se dirigieron a Cartagena, siendo al final cinco galeras, las que a fuerza de remos consiguieron salvarse, no así la nave capitana de Castilla, que se vió rodeada por cuatro galeras musulmanas que intentaron abordarla hasta en tres ocasiones, siendo rechazados otras tantas veces.
La galera capitana rodeada de naves moras.
Hay que decir, que la tripulación de las naves capitanas solía estar compuesta de gente escogida, siendo muchos de ellos parientes del Almirante, que como es natural lucharon ferozmente para protegerlo, y se cuenta, que cuando alguna era alcanzado por las flechas moras, si aún estaba vivo, intentaba acercarse a donde estaba el Almirante para intentar besarle las manos antes de morir, según era costumbre en la época, ya que si por algún casual el combate se decidía a favor de los castellanos, el Almirante podúia dar testimonio del valor del caído, por esta razón, Jofre Tenorio se vió pronto rodeado de muertos y en el cuarto abordaje moro, un zenete derribó a Tenorio cotándole un pié de un certero golpe.
Sepulcro de Alonso Jofre Tenorio y su mujer en el Monasterio de Santa Clara, en Moguer.
Jofre Tenorio fué debilitándose lentamente al no poder cortar la hemorragia de sangre, por lo que al verse morir cogió el estandarte de Castilla con una mano y una espada con la otra y comenzó a repartir mandobles hasta que murió rodeado de enemigos. Estos le cortaron la cabeza y la arrojaron su cuerpo al mar, siendo ésta presentada al rey moro de Granada, quién honró los restos mortales del valiente Almirante como no lo esperaban quienes los llevaron hasta Granada. Su cuerpo fué recuperado y hoy reposa en el Monasterio de Santa Clata de su villa de Moguer.
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