8 de febrero de 1743.-
Tiene lugar la batalla de Camposanto, en Lombardía, entre las tropas españolas de Felipe V, mandadas por el Teniente General D. Juan Gages, contra las tropas aliadas de Cerdeña y Austris.
La batalla comenzó a las dos de la tarde, con el intercambio de disparos de artillería de una y otra parte. El ejército austrosardo comenzóa avanzar sobre la líunea española a paso lento, presentando en primera línea doce batallones, a su izquierda toda su caballería y a su derecha un número considerable de unidades croatas, ilirias y húngaras, con intención de hostigar el ala izquierda española.
Plano de la batalla de Camposanto.
Hacia las cuatro de la tarde, el duque de Atrisco, que mandaba la caballería hispana, atacó con un solo escuadrón de Carabineros y otro de Dragones de la Reina a la caballería enemiga, que se componía de 19 escuadrones, rompiéndola enteramente. Pero al ver que volvían a formar los escuadrones deshechos, acudieron a socorrer al duque de Atrisco otros cuatro escuadrones de la derecha y de la izquierda y los tres de dradones de Sagunto, así, todos ellos mandadod por el duque volvieron a cargar sobre la caballería enemiga de nuevo, y de nuevo la volvieron a deshacer, pera esta vez la pusieron en fuga, persiguiéndola y causándole un considerable estrago entre los enemigos.
El campo quedó cubierto de muertos, heridos y caballos sueltos, y les fueron tomados al enemigo ocho estandartes, dos pares de timbales y hechos prisioneros los Tenientes Generales Ciceri y Preqsberg, el Mariscal de Logis, 22 oficiales y un número considerable de soldados.
Warhammer que representa la batalla de Camposanto, en esta imagen la caballería española carga sobre la austríaca.
Al ataque de la caballería siguió el de la infantería, marchando contra los enemigos el regimiento de Guardias Españolas, mandado por su Teniente Coronel, el Mariscal de Campo D. Nicolás de Carvajal y Lancaster, que fué recibido con tres descargas generales de fusilería enemiga, que aguantó y respondió con la suya, superando a la enemiga a pesar de que ésta era superior en número, disparaba a un mismo tiempo sus dos líneas y cargaba su artillería con metralla, lo que causaba mayor destrozo entre los españoles que la fusilería. A pesar de ello los españoles cargaron a la bayoneta contra las filas austríacas, con tanto ímpetu que muy pronto les hizo retroceder apoderándose de su artillería. en apoyo de las Guardias Españolas había acudido la Brigada de Irlanda, que se apoderó de dos banderas enemigas y el Regimiento de Flandes, que se incorporó por la izquierda.
Infantería española en acción.
Se luchó con tal fuerza que la primera línea enemiga se puso en desorden, tirando algunos batallones las armar para huir hacia la población de Solara. La segunda línea austrosarda que entró de refresco, cargó contra las Guardias Españolas y los Regimientos de Iralanda y Flandes, pero estos, haciendo frente al enemigo con tranquilidad, retrocedieron en orden para dar lugar a que salieran otras Brigadas que las reforzasen, cosa que hizo el Regimiento de Infantería de la Reina, lanzando una descarga que puso en fuga a los aliados y haciendo que cesara el combate.
Para entonces ya habían vuelto y ocupado de nuevo el sitio la caballería española, que intentaba flanquear a la infantería enemiga, sin poder conseguirlo por que ésta apoyaba su flanco izquierdo en un canal que no pudieron salvar nuestros jinetes. D. Juan Gages intentó ayudar a la caballería en su intento de flanqueo, e hizo avanzar del ala izquierda española a tres batallones de Guardias Valonas, pero en ese momento el enemigo comenzó a batirse en retirada. Se dió orden de perseguirlo, pero como eran más de las nueve de la noche, no se veía el camino y se ignoraba el que llevaban los enemigos, pues el humo y el polvo causaban mayor oscuridad, se creyó más conveniente hacer alto sobre el campo de batalla, distribuir aguardiente y pan a la tropa y esperar al día siguiente para tomar una decisión.
Después de la retirada de los enemigos, no se vió ni oyó ningún fuego, solo algún disparo hecho por algunas unidades aislada que se había puesto en diferentes casas para cubrirse, pero fueron pronto desalojadas por la artillería española.
Uniformes del ejército español en Camposanto.
Gages reunió sobre la medianoche a sus generales, y aunque alguno de ellos eran partidarios de buscar y destruis al enemigo, prevaleció la opinión de permanecer en el campo de batalla para atender a los heridos tanto nuestros como de los enemigos que se recogieron durante el combate.
El número de bajas españolas fué de unos 1.600 y más de 4.500 las bajas del ejército austrosardo. A pesar de ello, la batalla de Camposanto quedó en tablas, por que aún cuando el ejército español llevó la iniciativa y el peso de la lucha no logró derrotar completamente al ejército austro sardo, que mantuvo sus posiciones iniciales y ningún ejército pudo sacar ventaja y provecho de tan sangrienta batalla. En general fué grande el valor del ejército español ante un enemigo mucho más numeroso, superiores al nuestro en dos tercios en caballería y en un tercio en infantería, aunque no fué preciso emplear toda nuestra infantería para ponerlos en fuga.
Las campañas de Italia durante los años 1743-1748
Escrito por Mª del Carmen Telendreras Gimeno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario