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domingo, 6 de enero de 2013

Araque anglo-portugués sobre Montevideo 1776

 6 de enero de 1763.-

    Cerca del mediodía, barcos ingleses y portugueses atacan la ciudad de Montevideo que pertenecía a la Gobernación del Río de la Plata, un sector del Imperio Español que por aquel entonces correspondía al Virreinato del Perú. Dicha Gobernación estaba encabezada por Don Pedro de Cevallos. 


 
Pedro de Cevallos  (Cádiz, 1715-Córdoba, 1778)




      En 1776, debido a su gran importancia estratégica, el Reino de España, a la gobernación la convirtió en el Virreinato del Río de la Plata, nombrando merecidamente como su primer Virrey a Don Pedro de Cevallos. La escuadra invasora estaba compuesta por unos 2000 hombres, tres navíos de línea y varios buques menores, al mando del capitán de la Compañía Británica de las Indias Orientales McNamara. El ataque anglo-portugués se hizo sin mediar declaración alguna de guerra. La primera andanada es respondida por las baterías de tierra, desarrollándose un violento combate, con graves daños mayoritariamente para los atacantes.

 
Mapa del Río de la Plata.



    Mac Namara tenía previsto que, al ser día de Reyes, la población de Montevideo estaría entregada a la liturgia que se celebraba en la festividad católica. Al mediodía, 11 barcos ingleses y portugueses atacaron la ciudad. Los tres buques mayores cañonearon a las principales posiciones fortificadas de la plaza: el Lord Clive frente al Baluarte de Santa Rita, el Ambuscade frente al de San Pedro Alcántara y la Gloria frente al baluarte de San Miguel. Iniciado el bombardeo de la plaza al mediodía y desde una distancia de unos 400 metros, el intercambio de fuego se mantuvo por cuatro horas. Pese a lo intenso del fuego, más de 3000 disparos de bala rasa y metralla, las tropas de Cevallos, parapetadas en un terreno bajo, no sufrieron mayores bajas, pues los tiros enemigos eran muy elevados.
Una anécdota refiere que uno de los vigías que apostó Cevallos en la costa le mandó un mensaje informando el avistamiento y agregando que “esos buques están buenos para la bala roja”.
 
Restos del baluarte San Miguel.



     Efectivamente, a las 16:00 horas una bala roja, una bala de hierro calentada al rojo vivo, desató un fuerte incendio en el Lord Clive, el que hasta ese momento había sufrido 40 bajas. En el siniestro murieron 272 de sus tripulantes, incluyendo al comandante MacNamara. De los 78 sobrevivientes que abandonaron el barco a nado (otros dos en un pequeño bote), 62 fueron capturados por las fuerzas de Cevallos. El Ambuscade y el Gloria, seriamente averiados y con numerosas bajas (80 en la fragata británica) se retiraron hacia Río de Janeiro tras cuatro horas de duelo de artillería. Las pérdidas españolas fueron de sólo cuatro muertos en el fuerte. Cevallos consiguió recuperar parte de la artillería del Lord Clive antes de que estallara la santabárbara al anochecer, cerca de las 20 horas. Luego del naufragio, los españoles arrojaron pesadas piedras sobre la nave para evitar que los ingleses eventualmente la reflotaran. Los atacantes, desmoralizados se retiraron sin tomar la ciudad. España y sus súbditos habían triunfado una vez más sobre sus enemigos.




 
Mapa del Río de la Plata hacia el 1700



     Los náufragos del Lord Clive fueron interrogados y luego de un sumarísimo juicio, los oficiales fueron ahorcados. El dudoso status legal de la expedición, confirmado por la consideración en Londres tras la derrota de la condición de corsarios de sus miembros, hacía que no fueran considerados prisioneros de guerra sino asimilables a piratas. Por su parte, la mayoría de los prisioneros, tripulantes sin rango, fueron trasladados a Buenos Aires e internados en el interior del país.




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