Termina la batalla de Rancagua, último de los enfrentamientos de la llamada Patria Vieja ocurido en la ciudad de Rancagua, Chile. La caída de Rancagua marca el fracaso de los primeros proyectos por la independencia de Chile. El General Bernardo O'Higgins, bajo el mando de José Miguel Carrera, en ese entonces Presidente de la Junta Provisional de Gobierno, fue sitiado en la plaza de la ciudad por las tropas realistas al mando del Brigadier Mariano Osorio, logrando resistir durante dos días, hasta que con los pocos hombres de su división que sobrevivieron, pudo romper el cerco y huir.
Brigadier D. Mariano Osorio.
Las fuerzas realistas cruzaron el río Cachapoal cerca de la Punta de Cortés, casi frente a Lo Miranda, sin mayores problemas, O'Higgins salió a tratar de cortarles el paso, pero no lo pudo hacer y se acantonó en Rancagua, donde, de acuerdo al plan, se daria batalla "si las condiciones eran favorables".
El ejército realista, compuesto por unos 3.500 hombres, de los cuales, apenas 600 eran peninsulares, comenzó el ataque desde la cañadilla del sur de la ciudad. Esperando quizás que los chilenos escaparían a los primeros disparos Rafael Maroto mandó a sus tropas atacar las fortificaciones del enemigo sin molestarse en enviar avanzadas ni guerrillas. El resultado fue que los realistas fueron acribillados por las descargas y hubieron de retirarse.
Escena de la batalla de Rancagua.
O´Higgins esperando el ataque de Carrera.
Siendo esa la situación, se avistaron patrullas de las fuerzas al mando de José Miguel Carrera. Temeroso de encontrarse entre dos fuegos, Osorio dio la orden de retirada. Sin embargo, el ataque carrerino no se concretó, la orden fue rescindida y el ataque recomenzó.
La situación de las fuerzas patriotas en Rancagua, con numerosas bajas y desprovistos de municiones, se hizo desesperada. En un último intento por salvar a los sobrevivientes, alrededor de las cuatro de la tarde, O’Higgins y sus soldados se lanzaron a la carga abriéndose paso a través de las líneas enemigas.
Carga a la desesperada de Bernardo O´Higgins.
Afortunadamente para O'Higgins y los que escaparon, la ferocidad del combate había agotado a los realistas, que no los persiguieron.
Momento final de la batalla.
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