6 de Octubre de 1595.-
Por orden de la reina
Isabel I de Inglaterra, los piratas
Francis Drake y Johm Hawkins, iban a efectuar una expedición militar contra las provincias españolas de ultramar, en la zona del
Caribe. Dicha expedición estaba enmarcada en la guerra que ingleses y españoles mantenían desde 1585.
La expedición inglesa frente a las costas de Las Palmas.
Mandaba la expedición el pirata
Francis Drake, que en 1589 había comandado la desastrosa expedición inglesa contra la península
Ibérica y llevaba 6 años relegado al modesto puesto de comandante de las defensas costeras de
Plymouth, por lo que se entiende el enconado odio de éste hacia los españoles, por las tantas veces como le hicimos beber agua de mar, quizá sea ésta la "fama" que tiene en
España.
Al poco de partir de
Inglaterra, la flota inglesa comenzó a sufrir la carestía de víveres y agua potable, lo que demuestra a las claras la capacidad logística de semejante sujeto.
Ante la imposibilidad de llegar a América en esas condiciones, se produjo una discusión en la que se debatía si era conveniente, aún a costa de perder el factor sorpresa, atacar las islas
Canarias, en el
África occidental. Drake era partidario del ataque, mientras que
Hawkins consideraba demasiado importante el factor sorpresa como para perderlo en una pequeña escaramuza en las
Canarias. Finalmente, los ingleses decidieron atacar poniendo rumbo a
Las Palmas el 4 de octubre.
Castillo de Santa Catalina.
El día 6 de octubre amaneció, en fin, sobre la ciudad de
Las Palmas, en figura de media luna, el fuerte nublado que de diez años a aquella parte había estado rondando y amenazando las islas. Componíase la armada inglesa de 28 navíos con 4000 hombres de desembarco.
Francis Drake, su acreditado comandante, le formó en tres divisiones de esta manera: 15 navíos de guerra se pusieron enfrente del castillo de
Santa Catalina, para cubrir las 47 lanchas que echaron con 500 hombres. Otros dos navíos las cubrían por la parte del castillo de La Luz, defendido por
Constantino Carrasco; y los demás se arrimaron hacia aquel lado de la ciudad en donde está el fuerte de
Santa Ana, mandado entonces por
Fernando Lescano de Muxica.
Castillo de Santa Ana en 1890.
Tras el avistamiento de las velas inglesas, las autoridades españolas de la isla de
Gran Canaria, con el gobernador
Alonso de Alvarado a la cabeza, apenas pudieron reunir a 1.500 hombres para la defensa, la mayor parte de ellos civiles sin experiencia en combate ni instrucción militar. En la playa se dispusieron 6 pequeñas piezas de artillería, y los fuertes de
Santa Catalina y Santa Ana se aprestaron a la batalla. Los 15 buques ingleses comenzaron a batir el fuerte de
Santa Catalina, concentrándose los restantes en el de
Santa Ana, mientras que 47 barcazas con el medio millar de soldados a bordo se encaminaron hacia la playa, donde fueron recibidos con un nutrido fuego de mosquetería. Tras hora y media de combates, los ingleses se retiraron habiendo perdido unos 40 hombres y 4 barcazas, y habiendo sufrido los buques que atacaron fuertes daños de diversa consideración. Por su parte los españoles apenas sufrieron algunas bajas. Tras esto,
Baskerville aseguró que si bien no podría tomar
Las Palmas en 4 horas, lo haría con toda seguridad en 4 días, a lo que
Drake y principalmente
Hawkins respondieron con negativas.
Mapa de las islas Canarias, siempre codiciadas por los ingleses.
No escarmentado
Drake todavía de los canarios, quiso hacer otra tentativa 5 leguas más adelante, en la rada desierta de
Arguineguín y sacó a tierra una manga de 20 alabarderos por la parte llamada Melenara, a fin de hacer alguna aguada de que tenían necesidad. Al punto que los vieron ganaderos del contorno, corren a embestirles armados de piedras y garrotes, matan algunos, rinden dos prisioneros y los demás huyen precipitadamente a sus lanchas, juzgando que toda la isla se les echaba encima y dejando ver la bizarría de los hijos de la pérfida albión.
Cavendish, Hawkins y Drake, "el trío calaveras" , por lo piratas que fueron.
Los prisioneros confesaron que la armada había perdido 200 hombres y cuatro de sus oficiales. Tal fue la honrosa defensa de
Canarias, descubriéndose el plan inglés, lo que resultaría decisivo, pues el gobernador Alvarado envió inmediatamente aviso a las
Indias y a
España, que estuvieron sobre aviso y que volverían a hacer beber agua de mar al piratucho éste, que aún no alcanzo a comprender la fama que tiene en su país, a no ser que fuera el único que vió de cerca a españoles, ya que los demas anglosajones nos veían de lejos y echaban a correr.
Sir Francis Drake.
La derrota de
Drake las celebraron en sus poemas dos autores : nuestro
Lope de Vega en su célebre
Dragontea, y
Bartolomé Carrasco en su no menos célebre
Templo Militante.
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