16 de Julio de 1212.-
Tiene lugar en las cercanías de
Santa Elena, Jaén, la batallas de
Las Navas de Tolosa, conocida en la historiografía árabe como batalla de
Al-Uqab. Como consecuencia de la derrota cristiana en la batalla de
Alarcos en 11955,
Al-Nasir, conocido por los cristianos como
Miramamolín, había convocado a la
Yihad y los musulmanes habían llevado sus fronteras hasta los
Montes de Toledo, amenazando la ciudad de
Toledo y el
valle del Tajo. El rey de
Castilla Alfonso VIII viendo el peligro que se cernía sobre ellos, comenzó a concertar alianzas entre los reinos cristianos, logrando el apoyo inmediato del rey de
Aragón, Pedro II, así como de
Sancho VII de Navarra y
Alfonso II de Portugal, y solicitó al
Papa Inocencio II la declaración de
Cruzada, tanto para proteger sus fronteras (pues la cruzada amenaza de excomunión a quien ataque a alguno de los reinos combatientes) como para conseguir voluntarios europeos y miembros de las
Órdenes Militares sometidas al poder papal.
Monumento conmemorativo de la batalla.
Los
cruzados salen de
Toledo a mediados de junio de 1212 formados por unos 50.000 hombres de
Castilla con el
Rey Alfonso y el A
rzobispo de Toledo al frente, teniendo por abanderado a
Diego Lopez de Haro, señor de
Vizcaya. Las tropas de
Navarra, Portugal y Aragón sumaban unos 20.000 hombres, la mayoría
almogávares aragoneses, tropas de las
Órdenes Militares del
Temple, Santiago, Calatrava, San Lázaro y San Juan y un gran número de cruzados extranjeros en número de unos 30.000. Este ejército se encamina hacia
Sierra Morena pero encuentra que los pasos están fuertemente vigilasdos, pero un pastor les muestra un camino desguarnecido que conduce a la explanada de la
Mesa del Rey, y así, exhaustos, llegan a su cita con la
Historia.
Marchando a la batalla.
Tras algunas escaramuzas, la vanguardia castellana que dirige el alférez real
Diego Lopez de Haro, acomete exitosamente a las tropas voluntarias musulmanas, formadas por musulmanes del alto Atlas, pero se ve envuelto por la caballería ligera almohade y hace que tenga que entrar en acción la segunda línes cristiana, y aunque la lucha es encarnizada, las milicias de los concejos de
Castilla se ven desbordadas y la situación se torna crítica a pesar de la tenaz resistencia de
López de Haro y los pocos jinetes que le quedan luchando al lado de la infantería castellana que va siendo diezmada. Viendo lo desesperado de la situación, el Rey de
Castilla se vuelve hacia el arzobispo de
Toledo y le dice:
"Arzobispo, vos y yo, aquí muramos" y carga de manera desesperada, junto a
Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra con tropas de las
Órdenes, en socorro de su gente. La arrolladora
"Carga de los Tres Reyes" decide la suerte del lado cristiano, y más cuando el Rey navarro, con sus dos metros de estatura irrumpe con toda la fuerza de la carga en la tienda roja de
Miramamolín, rompiendo las cadenas que la protegían y arrollando a la
Guardia Negra, llamada
Imeselebem, que la custodiaba. El degüello dentro de la empalizada fué terrible y la carnicería fue tal que los caballos apenas podían andar por el lugar de la batalla.
Sancho VII de Navarra arrollando a la Guardia Negra.
El ejército de
Al-Nasir se desintegró, éste huyó hacia
Jaén y la victoria para el bando cristiano fué total y decisiva por que eran conscientes de que se estaba jugando la suerte de la península entera y aún de
Europa, pues en caso de derrota hubiesen hecho falta muchos años para levantar un ejército semejante.
Batalla de las Navas de Tolosa, de Van Halen, palacio del Senado, Madrid.
Aparte del inmenso botín que se consiguió, la batalla de
Las Navas de Tolosa marca el principio de la decadencia de los reinos musulmanes en España que culminaría en
1492 con la toma de
Granada, pero aún había de pasar bastantes años para llegar a este hecho.
Pendón de Las Navas de Tolosa, conservado en el monasterio de Las Huelgas, Burgos.
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