Tiene lugar la batalla de Alarcos librada junto al castillo del mismo nombre, situado en un cerro a cuyos pies corre el río Guadiana, cerca de la actual Ciudad Real, entre las tropas de Alfonso VIII de Castilla y las almohades de Yusuf II.
Miniatura de la Reconquista.
. El ejército del Califa Yusuf Al-Mansur estaba formado por voluntarios andaluces y Benimerines asi cómo por la nobleza Almohade. Su número se estima en unos 30.000.
Jinete ligero almohade.
Caballeros de las Órdenes de Calatrava y Santiago.
Alfonso VIII de Castilla debería haber esperado a que llegasen las tropas leonesas y navarras que estaban de camino, pero decidió dar batalla a los almohades en solitario.
La caballería pesada de don Diego López de Haro, señor de Vizcaya, se lanza contra la vanguardia almohade que aguanta como puede la embestida ante un enemigo mejor armado, pero inferior en número. Las cosas parecen ir bien al principio para los castellano, pero fue un espejismo.
Batalla de Alarcos.
Sin darse cuenta, la caballería ligera almohade comienza a posicionarse en los flancos descansada ya que no había intervenido en la batalla. Sin embargo, los castellanos comienzan a acusar el esfuerzo de enfrentarse a un enemigo que no duda en ofrecer su vida con tal de dejar empantanados a sus atacantes y rodea a la vanguardia castellana. La téctica almohade en ese momento es atacar en oleadas, es decir, la caballería ligera ataca y retrocede a sus líneas, así, la caballería pesada castellana vá siendo diezmada y la moral de las tropas de reserva va disminuyendo al ver la masacrar a sus compañeros.
El ejército castellano no estaba preparado para aquella nueva táctica y finalmente se vieron en la necesidad de huir, sufriendo así una tremenda derrota. Diego López de Haro, por su parte, trató de abrirse paso a toda costa, teniendo finalmente que refugiarse en el inacabado castillo, que tras haber sido cercado por 5.000 hombres, tuvo que rendir.
Fosa común donde reposan los restos de guerreros castellanos exhumados en las excavaciones de Alarcos.
A los pocos supervivientes, entre ellos López de Haro, se les permitió marchar y se retuvieron 12 caballeros como rehenes para el pago del rescate. Entre los castellanos que murieron en la batalla se encontraban los obispos de Ávila, Segovia y Sigüenza, Ordoño García de Roda, Pedro Ruiz de Guzmán y Rodrigo Sánchez; así como los Maestres tanto de la Orden de Santiago, Sancho Fernández de Lemus, como de la portuguesa Orden de Évora Gonçalo Viegas. Las pérdidas también resultaron elevadas para los musulmanes.
Puntas de flecha encontradas en las excavaciones de Alarcos.
Cuz de la Orden de Calatrava.
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