En medio de la paz general de que España disfrutaba después del Congreso de Aquisgrán, no desatendía el marqués de la Ensenada la vigilancia marítima y por ello mantenía dos divisiones navales, consiguiendo con ellas refrenar el corso y hacer prácticos marineros á los tripulantes.
Zenón de Somodevilla, Marqués de la Essenada, el gran reformador de la Armada Española.
Ocurrieron con frecuencia encuentros con galeotas ó embarcaciones de escasa significación, no teniéndola tampoco los hechos de armas hasta que, hallándose el capitán de navio D. Pedro Stuart con el de su mando, nombrado Dragón, y el América sobre el cabo de San Vicente, avistó otros dos, que en el reconocimiento resultaron enemigos: Eran el Danzik, de 60 cañones, y el Castillo Nuevo, de 54, pertenecientes á la Regencia de Argel y situados en aquel paraje á la espera de naves cristianas. Iniciado el combate á las cinco de la tarde del 28, escurrió el bulto en la oscuridad el Castillo Nuevo, dejando solo á su compañero, que tuvo que hacer cara á los dos españoles, pero no con desventaja, porque hallándose éstos á barlovento, la gruesa mar les impedía abrir las portas de la batería baja y servirse de los cañones de mayor calibre, mientras que el berberisco usaba de los suyos por la razón misma de elevar la escora del navio los batiportes.
D. Pedro Fitz-James Stuart y Colón de Portugal (Madrid, 1720-1789)
Maqueta del Navío Dragón.
De nuestra parte, si bien los aparejos y velamen quedaron con mucho destrozo, no hubo que sentir pérdida más que de 29 hombres, atribuyéndose la moderación a las precauciones adoptadas por el Comandante. Fue, por tanto, elogiado, alcanzando recompensa del Rey y aplauso público.
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