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sábado, 20 de junio de 2015

El "Camino Español" 1567.




20 de mayo de 1567.-



     Tras la rebelión de las provincias de Flandes en 1567, entonces bajo la soberanía de Felipe II, el III duque de Alba fue designado para restablecer el orden. A cuenta de su avanzada edad, 61 años, el Gran Duque trató de evitar por todos los medios hacerse cargo de una misión que se convertiría en la única mancha de su impresionante hoja de servicios. Una vez que fue consciente de que no tenía otra alternativa que obedecer al Monarca, el veterano general diseñó un plan de avance por etapas para un ejército que debía embarcar en Barcelona, avituallarse en Italia y marchar de Milán al corazón de Europa.



Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba



     El duque de Alba partía desde el Milanesado rumbo a Flandes, al mando de 8.000 hombres del Tercio Viejo. Marchaba a reducir la rebelión de los calvinistas, desatada como «furia iconoclasta», y lo hacía por el que después se llamaría «camino español». El duque estaba abriendo una nueva ruta que, con el tiempo, sería mítica, un camino franco y seguro que habría de unir al grueso de las tropas de Italia, los tercios viejos, veteranos de las guerras de Nápoles y Milán, con el nuevo frente, los Países Bajos.



Rutas del Camino Español.


     El Camino Español era posible gracias a dos de los pilares del Imperio: la maquinaria logística, donde algunos de los mejores ingenieros del imperio trabajaron en crear pasos de montaña, ensanchar los caminos y levantar puentes; y la preeminencia diplomática de la Monarquía Hispánica. Así, en su origen el trayecto recorría los Alpes por Saboya, transcurría por el Franco Condado, Lorena y Luxemburgo hasta llegar a Bruselas, donde los sucesivos gobernadores de Flandes esperaban ansiosos la llegada de tropas y dinero. Para este recorrido que bordeaba el Reino de Francia –frecuentemente enemistado con España– era necesaria la colaboración del Duque de Saboya, fiel aliado de Felipe II, y de los gobernantes del Ducado de Lorena, que se declaraban neutrales y permitían el paso de tropas siempre que tardaran menos de dos días.El camino español fue una gran hazaña logística de su tiempo, aunque en realidad no hubo un solo camino español sino varios. Se trataba de un haz de rutas o ramificaciones que evitaba las zonas calientes, pasando sólo por suelo español y aliado.




«El Camino Español», de Augusto Ferrer-Dalmau


     A partir de 1622, la enemistad de Saboya obligó a buscar otro corredor militar. Con tal motivo se iniciaron negociaciones diplomáticas con los cantones suizos, a fin de conseguir permiso de tránsito de tropas españolas por su territorio y el paso del Rin. Este segundo corredor partía de Milán, y por los valles de la Engadina y la Valtelina llegaba a Landeck, en el Tirol, y pasaba al Ducado de Lorena a través de Alsacia. Un trayecto que realizaron las tropas del Duque de Feria en 1633 cuando acudió en socorro del amenazado Duque de Baviera, aliado de la familia Habsburgo, y que tomaron parte al año siguiente en la batalla de Nördlingen.



Detalle del cuadro.


     Francia estaba empeñada en amputar cualquier camino alternativo. La invasión francesa del valle de la Valtelina y la pérdida de Alsacia dificultaron todavía más las opciones de trazar un corredor militar con Flandes. Pero si hubo un golpe mortal al Camino Español fue la ocupación del Ducado de Lorena por Luis XIII también en 1633, por que todas las rutas por tierra que servían para el aprovisionamiento de las tropas del Imperio español en los Países Bajos dependían del derecho de paso por Lorena.


                          El Camino Español atravesando Europa por los Cantones Suizos - 1620


     Los soldados podían hacer a pie los 1000 km (620 millas) de Milán a Flandes con una media de 23 km (14 millas) al día. Aunque el transporte marítimo era mucho más rápido, capaz de cubrir unos 200 kilómetros (124 millas) al día (si el viento era propicio), la ruta por tierra era más segura y más corta, tanto si se salía de Barcelona (3950 km) como de Nápoles, dado que por mar había que dar toda la vuelta a la península ibérica y la prominencia de Brest en Francia, es decir, ambas se encontraban a unos 20 días (3950/200) de navegación de Flandes. La Corona española envió de esta manera más de 123.000 hombres entre 1567 y 1620, en comparación con sólo 17.600 por vía marítima

lunes, 1 de junio de 2015

25º Pz.-Gren. Rgt. LAS ARDENAS 1944


     Esta es una figura que comenzé a modelar gace un tiempo... pero que por una u otras razones fuí dejando un poco de lado hasta que por fin he decidido terminarla. Este es el resultado.










      La figura representa un soldado alemán durante la ofensiva de Las Ardenas... Ya sabeis, mucho frío, región boscosa... y la última gran ofensiva alemana para frenar a los aliados en su avance hacia Alemania. No me meto más en este asunto pues ya conocemos de sobra los acontecimientos.








    La figura está modelada con Milliput terracota, que compré el año pasado durante el concurso de Fuengirola y me decidí a probarla en esta pieza, el equipo son de unos kits viejos de Tamiya, salvo las cartucheras de la mp-42 que sí están modeladas.






     La pintura como siempre con óleos... esta vez he utilizado un contraste más fuerte para situar mejor a  la figura dentro de una zona boscosa... con mucho claroscuro, además, estas tropas venían a esta zona a descansar después de haber estado combatiendo en el frente del este, por lo que los uniformes estarían muy "quemados"

 


Solamente decir que esta es la primera figura no española que he trabajado y bueno... he disfrutado haciendola, aunque el tema II Guerra Mundial está ya muy trillado, pero es la ventaja que tiene hacer figuras propias... que siempre son las primeras.




CARTELES REPUBLICANOS DE LA G.C.E, (37)













































viernes, 29 de mayo de 2015

Muere Agustina de Aragón 1857


 29 de mayo de 1857.-
 

     Muere en Ceuta, en su domicilio de la calle Soberana Nacional (actualmente calle Real) número 37 a los 71 años de edad, Agustina Raimunda Maria Saragossa i Domènech, llamada «Agustina de Aragón» (Barcelona, bautizada el 6 de marzo de 1786 , a causa de una bronconeumonía, y fue enterrada en el cementerio de Santa Catalina de dicha ciudad.



Agustina de Aragón con uniforme de subteniente de Artillería.


     Agustina se casó a los 17 años con Joan Roca Vilaseca, cabo de artillería, el 17 de abril de 1803 en la iglesía de Santa María del Pino de Barcelona. El matrimonio tuvo un hijo varón cuyo nombre se desconoce, que murió de corta edad. Su marido participó desde el principio en la Guerra de la Independencia Española, tomando parte en la batalla del Bruch. Los acontecimientos de la guerra los llevaron a él y a Agustina a Zaragoza.

     Durante el asedio de esta ciudad, Agustina llevó a cabo la acción que la hizo célebre. Tras haber caído heridos o muertos todos los defensores de la puerta llamada del Portillo, las tropas francesas se aprestaron a tomarla al asalto. Agustina, que llevaba la comida a su marido, tomando la mecha de manos de un artillero herido consiguió disparar un cañón sobre las tropas francesas que corrían sobre la entrada. Dice la leyenda que los asaltantes franceses, temiendo una emboscada, se batieron en retirada, y nuevos defensores acudieron a tapar el boquete, defendiéndose la ciudad una vez más.



Agustina de Aragón defendiendo Zaragoza. Pintura de Sir David Wilkie (1828)






     Enterado el general Palafox de tal hazaña, mandó llamar a la joven y allí mismo, sobre el campo de batalla, la felicitó y concedió el distintivo de subteniente con el uso de los escudos de distinción con el lema de cada uno de ellos: "Defensora de Zaragoza" y "Recompensa del valor y patriotismo". Esto lo cuenta la leyenda, la realidad fué, que fué admitida como artillero raso para poder disfrutar de las raciones de los soldados, habida cuenta que se trataba de una ciudad sitiada. posteriormente sí fué ascendida, primero a sargento y después a subteniente por méritos de guerra.



Agustina de Aragón, de Ferrer-Dalmau.


      A pesar de haber salido airosa de su gesta, Agustina no cesó en su empeño de defender su ciudad de los franceses y participó activamente en la defensa de otros sitios de Zaragoza. El 21 de febrero de 1809 y tras dos meses de frenética resistencia, la ciudad maña no pudo aguantar la presión de las tropas napoleónica y cayó irremediablemente. Agustina fue tomada prisionera y liberada en un canje. Agustina decidió continuar con su vida de artillera y se presentó en la Junta Provincial de Teruel donde se reincorporó al ejército y continuó batallando contra los franceses hasta el final de la contienda en 1813. Casó en segundas nupcias con Juan Cobo de Belchite y Maspera, teniendo de ese matrimonio una hija llamada Carlota.



Estatua en la plaza del Portillo de Zaragoza. 





     Agustina y Juan se distanciaron debido a las ideas carlistas de su marido, por lo que, Agustina decidió en 1853 irse a vivir con su hija, casada con un oficial de artillería, a Ceuta, donde falleció

      Hasta 1870 no fueron trasladados sus restos a Zaragoza, descansando primero en el Pilar y, desde el 14 de junio de 1908, en la capilla de la Anunciación de la Iglesia de Nuestra Señora del Portillo, donde son venerados como los de una gran heroína que con valor y decisión repelió las adversidades. Se la considera como uno de los símbolos más representativos de la resistencia española contra los invasores napoleónicos.

     En 1913 fue colocada una placa conmemorativa en la casa ceutí donde murió, placa que curiosamente recupera su auténtico apellido, Saragossa.



viernes, 22 de mayo de 2015

Creación de la Liga Clementina 1526



22 de mayo de 1526.-

      

     Las provincias italianas de Milán, Florencia y Venecia, el papa Clemente VII y Francisco I de Francia sellan en la ciudad francesa de Cognac una gran alianza con el objetivo de aislar a España y frenar la imparable hegemonía de Carlos V. Francisco I acaba de firmar el Tratado de Madrid, jurando sobre los Evangelios y dejando como rehenes a sus propios hijos; pero considera que ese documento es papel mojado que se ha visto forzado a aceptar por su largo cautiverio.


                                                                       Clemente VII


      Las ciudades italianas, siempre recelosas de un poder dominante, acuden a la llamada. Francisco I, humillado por el rey hispano, no se contenta con esta alianza y busca acercarse al mayor enemigo del paladín de la cristiandad, el poderoso turco Solimán el Magnífico. Para el Papa, si ya la vinculación a un pacto bélico afeaba su conducta, la implícita alianza de Roma con el Imperio otomano resultaba del todo desquiciante.



Solimán I


      La guerra se hizo inminente y un mes después de constituirse, las tropas de la Liga entraban en Lodi. Pero las tropas imperiales marcharon hacia Lombardía y pronto forzaron al duque de Milán a capitular y a abandonar Milán en julio de 1526. Mientras tanto, la familia Colonna, con ayuda del virrey de Nápoles, organizó un ataque en Roma, derrotando a las fuerzas papales y tomando brevemente el control de la ciudad, saqueando el palacio papal y algunas casas de cardenales.


Carlos I de España y V de Alemania.



      Apoyado por el sorprendente giro de Francia y sus aliados, Solimán el Magnífico encuentra vía libre para iniciar su incursión en el continente y desde su base de Constantinopla conquista Belgrado y Budapest. La ceguera del Papa y el monarca francés dejaba vendido al joven monarca húngaro Luis II, que moría en la defensa de Budapest. Para Carlos V este hecho tenía connotaciones personales, pues su hermana María era la esposa del difunto, con quien la casa de Austria guardaba excelentes relaciones. Por encima, con las dos ciudades del Danubio rendidas, la gran amenaza se cernía sobre Viena, la cuna de la dinastía.




                                                                  Francisco I de Francia.








     Las vacilaciones del papa inutilizaron el progreso de la Liga, ya que el cauteloso ejército papal y veneciano esperaba a las tropas francesas, lo que permitió nuevos refuerzos imperiales, aunque Francisco I logró atraer a Enrique VIII de Inglaterra en el Tratado de Westminster en abril de 1527.
Carlos V reunió una fuerza de lansquenetes bajo el mando de Georg Frundsberg y un ejército español a las órdenes de Carlos de Borbón. Las dos fuerzas se unieron en Piacenza y avanzaron hacia Roma.



Lansquenetes alemanes.



     Ante la ausencia de dinero y equipamiento, el condestable de Borbón dirigió al ejército imperial a Roma; Francesco Guicciardini, al mando del ejército papal, no pudo resistirles, y el 6 de mayo de 1527, cuando murió el condestable de Borbón, su ejército mal pagado atacó y saqueó la ciudad, manteniendo al papa cautivo. Aprovechando la situación del papa, los florentinos expulsaron a los Médici y restauraron la república.





martes, 19 de mayo de 2015

LA PAREJA 1909 (6ª parte)... y final



       Parece que le voy a tener que cambiar el nombre al post... esto ya no es una pareja... más bien un trío...        Bueno, no tenía muy claro con que rellenar un poco el hueco ese que quedaba y al final opté por modelar un niño.







    No sé si ha mejorado la viñeta o la he empeorado... por que tela el "monstruito" que me ha salido... No me gusta nada. Lo modelé con masilla polimérica por tardar menos y se me "chuscarró"... resultado; la cara negra y el pantalón casi carbonizado..













 Al final lo intenté arreglar con milliput y pintura y bueno... no es lo que quería, pero para salir del paso creo que vale.





                                    Vaya desde aquí este pequeño homenaje a la Guardia Civil.



sábado, 16 de mayo de 2015

Batalla de La Albuera 1811


16 de mayo de 1811.-


     Se libra  en torno al pueblo de La Albuera, en la provincia de Badajoz,  una de las batallas más sangrientas de la Guerra de la Independencia española. El ejército napoleónico del mariscal Soult contra el ejército aliado anglo-hispano-portugués comandado por el mariscal Beresford.


                                                   
                                                
 Mariscal Jean de Dieu soult, Duque de Dalmacia
                                              
                                       
 . Parte del ejército francés se encuentra sitiado en Badajoz, esperando los refuerzos del mariscal Soult que vienen desde Sevilla.
Las tropas aliadas (soldados ingleses, portugueses y españoles), compuestas por unos 30.000 infantes más 3600 hombres a caballo y comandadas por el general Beresford se desplazan desde Badajoz a La Albuera para esperar al ejército francés de Soult, formado por unos 20.000 infantes y una caballería de 4.500 unidades.


 General Jose Pascual de Zayas y Chacón, al mando de la 1ª División del Ejército Español.

      El 16 de mayo, a las 8 de la mañana, el mariscal Soult envía una pequeña parte de su ejército contra el centro y flanco izquierdo del ejército aliado, mientras que el grueso de las tropas francesas da un rodeo para atacar por sorpresa el flanco derecho del enemigo.Inesperadamente, un oficial prusiano que combate junto a los españoles, observa por azar mientras todos los anteojos dirigen su mirada hacia el frente y la izquierda que es donde se producen los primeros ataques, el brillo de las bayonetas de las columnas francesas en el flanco derecho medio ocultos por el frondoso bosque. Adelantándose a la colina, confirma este hecho viendo a las primeras columnas descender por el otro lado del Chicapierna.

Posiciones de los ejércitos enfrentados.


      Este hecho fortuito hace que las tropas españolas, que ya se habían puesto en movimiento, giren bruscamente hacia la derecha para hacer frente a los franceses comprediendo que la maniobra de Soult se ha transformado en una acción desbordante.
En este momento está la clave de la batalla, ya que los franceses esperaban coger desprevenido y completamente desprotegido el flanco, con el fin de arrollar las filas españolas, sin embargo estas ya estaban prácticamente formadas y listas para disparar.



Infantería española 


     Mientras esto ocurre, llegan refuerzos de infantería inglesa a la derecha de los españoles y de caballería por la izquierda, todo ello mientras cae una lluvia incesante de proyectiles de la artillería francesa. Como ocurriera antes, al llegar los franceses a una distancia de 50 o 60 metros la columna francesa se detiene y nuevamente les es imposible desplegarse bajo el fuego demoledor de la artillería española.

 Tan obcecados estaban los británicos en este lance que desprotegieron su flanco, lo que facilitó la entrada de una unidad de caballería de lanceros polacos que, entrando en las líneas inglesas, las deshicieron rápidamente capturando en poco tiempo a más de 800 soldados, amén de los heridos y muertos. 


Infantería británica batida en La Albuera.


     La embestida de los lanceros del Vístula es tan demoledora que, rompiendo las líneas enemigas, llegan rápidamente a la retaguardia española lo cual obliga a las líneas posteriores volverse para recibir a la caballería que se ha colado por detrás. De manera que tenemos a las primeras líneas españolas disparando a la infantería francesa y las posteriores dando la espalda a sus compañeros para combatir a los lanceros.
Al entrar los polacos en la retaguardia española, otra división inglesa que aguardaba tras ellos, viendo delante suya a los jinetes comienzan a disparar sin percatarse de que los españoles están delante de ellos, lo que produce que estos reciban un fuerte castigo no sólo de los lanceros sino además de fuego amigo.




Lanceros polacos del Vìstula,

     El humo generado tras las primeras descargas de la infantería junto con las malas condiciones atmosféricas propician la incursión de los húsares franceses y los lanceros polacos entre las líneas aliadas, pero finalmente son derrotados.
       En estas circunstancias se produce el ataque inglés. Seis batallones ingleses forman en línea para atacar  a las fuerzas imperiales mientras los españoles todavía combatían y poco a poco se van colocando delante de estos  “nos colocamos al instante delante dellos en orden de batalla, en medio de un fuego cruzado de fusilería mui vivo de un grueso cuerpo de infantería enemigo, cuyas primeras líneas se veían en lo alto de la colina” (relato de un oficial  del 57º Regimiento, Brigada Houghton).  El fuego era muy vivo, el avance inglés se efectúa con una temeridad y valentía cuando menos igual a la de los franceses en sus dos anteriores ataques, puesto que además de recibir el fuego de fusilería en una posición más baja, la artillería, que ni mucho menos ha sido eliminada, efectúa sobre ellos a corta distancia una matanza todavía mayor que la que hizo la caballería polaca.



Infantería británica atacando.


      Es en este avance británico donde se produce la matanza mayor, convirtiendo a la Albuera en la más sangrienta de las batallas napoleónicas, debida sobre todo a la inexperiencia de los oficiales británicos.
Animados sin duda por esta repentina victoria, se produce un nuevo ataque fracés a cargo de la Brigada Werlé que aún no ha combatido y que lo hace tan temerariamente como todos los anteriores: frontalmente.
      Los españoles del general Lardizabal vuelven a ocupar la primera línea cubriendo los huecos ingleses. También hace lo propio un grupo portugués que se coloca a la derecha. Pero ya en esta ocasión el ataque no tiene la misma fuerza y empuje de los precedentes. Los españoles le salen al encuentro y la muerte del general francés Werlé junto con gran cantidad de sus hombres hace que rápidamente el avance se detenga y vuelva sobre sus pasos precipitadamente, siendo atacados masivamente desde los flancos y desde el frente.


Infantería española de la División de Lardizábal.


     La posición de las tropas aliadas es ventajosa y rechazan una y otra vez los ataques de la valiente infantería francesa, que finalmente tiene que retirarse tras sufrir numerosas bajas.
    La retirada ordenada de las tropas de Soult y el apoyo de su feroz caballería impidieron que los aliados organizaran la persecución y tomaran más ventaja de esta batalla.
Cerca de 6.000 soldados aliados y 4.000 franceses murieron en la batalla de La Albuera. No hubo vencedores.
Soult esperó en Llerena la llegada de los refuerzos del mariscal Marmont, que venía desde Salamanca. Los dos mariscales llegan a Badajoz a finales de junio con unos 60.000 hombres, sin oposición por parte del ejército aliado, que desistió en su intento por tomar Badajoz.



Placa conmemorativa de la batalla


       Como resúmen podemos decir que si bien la actuación británica estuvo cargada de heroísmo y coraje, los tres ataques franceses fueron repelidos por los españoles, mal que les pese a muchos historiadores británicos, aunque es obvio pensar que la táctica española tampoco hubiese tenido éxito sin la colaboración británica empeñándose en la batalla como sólo ellos saben.