18 de enero de 1535.-
Francisco Pizarro.
La ciudad de Lima fue originariamente bautizada como la Ciudad de los Reyes, en la región agrícola conocida por los indígenas como Limaq, nombre que adquirió con el tiempo, por haber partido los tres jinetes el día de la Epifanía. Hay quien dice que el nombre de Ciudad de los Reyes viene de que Pizarro la fundó en nombre del rey Felipe II y la reina madre Juana. Con el tiempo, se adoptaría el nombre de Lima como degeneración del topónimo del río Rímac, que significa «río hablador», en lengua quechua. Tomaría otros nombres a lo largo de los años, como Ciudad Jardín, debido a la gran cantidad de huertos de naranjos y otros árboles frutales, o la Perla del Pacífico.
Acto fundacional de la ciudad
La fundación se produjo el día 18 de enero, con una sencilla ceremonia que estuvo presidida por Francisco Pizarro. El día 22 se formó un consejo municipal y se empezó a proyectar urbanísticamente la nueva ciudad. Se trazarían 177 manzanas, nueve calles de largo por trece de ancho, en torno a la plaza principal o mayor. Esta traza cuadriculada se conoció como el «damero de Pizarro», fue diseñada por el arquitecto Diego Agüero y sería exportada a otras grandes ciudades de fundación hispana, como Santiago de Chile o Buenos Aires.
Escudo de Lima.
En un principio la ciudad quedaba fundada con sólo setenta habitantes, pero muy pronto los vecinos de Jauja correrían a instalarse en la capital cuando constataron que su ciudad no sería la referencia del nuevo reino. Lima tenía en su puerto, El Callao, el principal reclamo, contaba con línea directa con España para el tráfico de mercancías y pronto se convertiría en una de las ciudades más prósperas y bulliciosas del Pacífico español
Paisaje que recrea la periferia y ecosistema de la ciudad de Lima en un grabado de 1744 publicado en la obra Relación histórica del viaje a la América meridional Tomo II de Jorge Juan y Antonio de Ulloa.
Plano de la Ciudad de los Reyes en 1744 que fue publica en la obra de Jorge Juan y Antonio de Ulloa.
Sin embargo, la ciudad no estuvo libre de peligros. El 20 de octubre y 21 de diciembre de 1687, fuertes terremotos destruyeron gran parte de la ciudad y sus alrededores. El desastre fue seguido por epidemias y falta de alimentos lo que provocó el descenso de la población a menos de 40.000 para 1692. Una segunda amenaza era la presencia de piratas y corsarios en el Océano Pacífico. Una expedición naval holandesa atacó el puerto del Callao en 1624 pero fue rechazada por el virrey Diego Fernández de Córdoba. Bucaneros ingleses proliferaron en las aguas del Pacífico en la década de 1680 hasta que fueron repelidos por los comerciantes de Lima en 1690. Como medida de precaución, el virrey Melchor de Navarra y Rocafull construyó las Murallas de Lima entre 1684 y 1687.
Plano de Lima incluyendo las murallas construidas entre 1684 y 1687 por el virrey Melchor de Navarra y Rocafull.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, Lima se vio afectada por las Reformas borbónicas pues perdió su monopolio sobre el comercio exterior, así como el dominio de la importante región minera del Alto Perú que en 1776 fue transferida al Virreinato del Río de la Plata.
Este debilitamiento económico llevó a la élite de la ciudad a depender de cargos en el gobierno virreinal y en la Iglesia para su sostenimiento; se mostró reticente a apoyar la independencia. En la década de 1810, la ciudad se convirtió en un bastión realista durante las Guerras de Independencia Hispanoamericana bajo el gobierno del virrey José Fernando de Abascal y Sousa.+
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