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domingo, 24 de febrero de 2013

Batalla de Pavía 1525.



 24 de febrero de 1525.-


      Dentro de nuestro nostálgico paseo por las efemérides patrias, no podíamos pasar por alto tan ilustre ocasión, en el día de hoy conmemoramos la batalla de Pavía, que  tuvo lugar el 24 de febrero de 1525, en la ciudad de Pavia, entre el ejército francés al mando del rey Francisco I y las tropas imperiales españolas del emperador Carlos V, con victoria de estas últimas.
      La consecución en 1519 , por parte de Carlos I de España, del título de Emperador del Sacro Imperio Románico Germánico , puso a Francisco I de Francia , que también había optado al título de Emperador, vio la posibilidad de una compensación anexionándose un territorio en litigio: el ducado de Milán, más conocido como Milanesado, ya que Francia  había quedado rodeada por los territorios del supuesto enemigo, prácticamente todas sus fronteras estaban amenazadas por los intereses españoles y alemanes.


Estados europeos pertenecientes al emperador Carlos. 

      Francisco I tomó la iniciativa contra el Imperio y alrededor de 40.000 franceses entraron en  la península italiana, pero fué derrotado primeramente en la batalla de Bicoca, donde fue tan fácil la victoria, que en español, la palabra «bicoca» pasará a ser sinónimo de “cosa fácil o chollo” ,  ya que 4.000 arcabuceros españoles batieron a 15.000 piqueros suizos sin perder un solo hombre. causándoles  más de 3.000 muertos; y seguidamente en la batalla del Sesia , cerca del rio Sesia, donde el ejército español, mandado por Carlos de Lannoy venció a los 40.000 franceses mandados por el Almirante Bonnivet y el conde de Santa Pola.


                                                                 Francisco I de Francia.


        Francisco I,  cansado de que los españoles les hicieran morder el polvo tantas veces, penetró en el Milanesado a sangre y fuego al frente de un ejército de 40.000 hombres. Ante semejante alarde, la guarnición española abandonó la ciudad y se cobijó en plazas fortificadas de los alrededores como Lodi o Pavía en espera de refuerzos. Francisco I, casi tan joven como el emperador, no tenía idea de lo poco razonables que pueden llegar a ser los españoles en la guerra, de  modo que, con su hueste imponente, puso sitio a Pavía y esperó pacientemente la rendición sin contar con que, por aquellos años, a Dios le había dado por hablar español y sus hijos predilectos estaban por todas partes.
 En Pavía se encontraban 2.000 arcabuceros españoles, 4.500 lansquenetes alemanes y 30 jinetes pesados , mandados todos ellos por Antonio de Leyva.  A continuación los franceses iniciaron el  asedo a  la ciudad con un ejército de unos 30.600 hombres y  53 piezas de artillería, ya que el resto de los franceses se habían quedado de guarnición en Milán.
 

Infantería española asediada en Pavía.

     Antonio de Leyva , veterano de  la Guerra de Granada , aguantó los cañonazos de la potente artillería francesa, lo peor fue el hambre y la enfermedad que se habían adueñado de las tropas imperiales. Escaseaba el pan y faltaba el agua, pero los imperiales continuaban en su obstinada resistencia. Mientras los franceses esperaban la rendición de Antonio Leyva, Carlos I mandó un ejército de auxilio desde Alemania a Pavía al frente estaba el marqués de Pescara. El objetivo era apoyar a las tropas de Leyva y romper el cerco.
       En Pavía, los soldados imperiales alemanes y suizos no recibían sus “soldadas” y amenazaron con rendirse al enemigo . Los capitanes y generales españoles desembolsaron de su propio bolsillo el dinero para que las tropas alemanas y suizas aguantaran. Ante la difícil situación de sus oficiales, los 2.000 arcabuceros españoles decidieron que seguirían defendiendo Pavía aún sin cobrar. Un ejemplo para alemanes y suizos que decidieron sumarse también al empeño de resistencia numantina en Pavía.




                                                               Lansquenetes alemanes en Pavía.


     A mediados de enero llegaron los refuerzos bajo el mando del marqués de Pescara, Fernando de Ávalos, el virrey de Nápoles, Carlos de Lannoy, y el condestable de Borbón, Carlos III. Avalos consiguió capturar el puesto de avance francés de San Angelo, cortando las líneas de comunicación entre Pavía y Milán. Posteriormente conquistaría a los franceses el castillo de Mirabello.

                                                                 Arcabuceros imperiales.

     Finalmente llegaron los refuerzos imperiales a Pavía, compuestos por 13.000 infantes alemanes, 6.000 españoles y 3.000 italianos con 2.300 jinetes y 17 cañones los cuales comenzaron a abrir fuego el 24 de febrero. Los franceses decidieron resguardarse y esperar, sabedores de la mala situación económica de los imperiales y de que pronto los sitiados serían víctimas del hambre. Sin embargo atacaron varias veces con la artillería a los muros de Pavía. Pero las tropas desabastecidas, lejos de rendirse, comprendieron que los recursos se encontraban en el campamento francés, después de la arenga dicha por Leyva:



 "Hijos míos, todo el poder del emperador no os puede facilitar en el día de hoy pan para llevaros a vuestro estómago , nadie puede traeros ese necesario pan. Pero hoy, precisamente hoy os puedo decir que si queréis comer, el alimento se encuentra en el campo francés." .


No fue necesario apelar a las banderas a la patria, al heroísmo, etc.





Formación de piqueros.

     Formaciones de piqueros flanqueados por la caballería comenzaron abriendo brechas entre las filas francesas. Los tercios y lansquenetes formaban de manera compacta, con largas picas protegiendo a los arcabuceros. De esta forma, la caballería francesa caía al suelo antes de llegar incluso a tomar contacto con la infantería.
Los franceses consiguieron anular la artillería imperial, pero a costa de su retaguardia. En una arriesgada decisión, Francisco I ordenó entonces cargar a la caballería francesa. La flor y nata de la aristocracia francesa se iba a topar con la mejor arma de la época, los tercios españoles.Según avanzaban, la propia artillería francesa (superior en número) tenía que cesar el fuego para no disparar a sus hombres. Los 3.000 arcabuceros de Alfonso de Ávalos clavaron sus picas, apuntaron bien, dispararon y rápidamente terminaron con la primera línea de la caballería pesada francesa. Más tarde los alabarderos y piqueros entraron en combate cuerpo a cuerpo . creando desconcierto entre estos. Mientras Lannoy al mando de la caballería y el marqués de Pescara, en la infantería, luchaban ya contra la infantería francesa, que comenzaba a ser masacrada, mandada por Ricardo de la Pole y Francisco de Lorena.



Batalla de Pavía, por autor flamenco desconocido.

      Ese preciso momento es el que escoge Antonio de Leyva, de 45 años de edad y  que había participado ya en 32 batallas y 47 asedios, para reaccionar ante la situación favorable de los imperiales españoles y ordenar la salida de sus fuerzas de la ciudad para apoyar a las tropas que habían venido en su ayuda. Esta valiente acción de Leyva sobre el ala derecha de los franceses, atrapó al enemigo entre dos fuegos que no pudieron superar.

      Las tropas de Leyva cercaron a la retaguarda francesa y les cortaron la retirada. Bonnivet, principal consejero militar de Francisco, se suicidó. Los cadáveres franceses comenzaban a amontonarse unos encima de otros. Muchos franceses, viendo la derrota, intentaban escapar. Al final las bajas francesas ascendieron a unos 8.000 muertos y 2.000 heridos.


Tapiz de la batalla.


      El rey de Francia y su escolta combatía a pie, intentando abrirse paso. De pronto, Francisco cayó, y al erguirse, se encontró con un estoque español en su cuello. Un soldado de infantería, el vasco Juan de Urbieta, lo hacía preso. Diego Dávila, granadino, y Alonso Pita da Veiga, gallego, se juntaron con su compañero de armas. No sabían a quien acababan de apresar, pero por las vestimentas supusieron que se trataría de un gran señor. Informaron a sus superiores. Aquel preso resultó ser el rey de Francia. Otro participante célebre en la batalla fue el extremeño Pedro de Valdivia, futuro conquistador de Chile y su amigo Francisco de Aguirre.


 Grabado que representa la captura de Francisco I.


     En la batalla murieron los más granado de la nobleza franceses, como Bonnivet, Luis II La Tremoille, La Palice, Suffolk, y Francisco de Lorraine. Francisco I fue llevado a Madrid, quedando prisionero inicialmente en la Torre de los Lujanes, situada en la actual Plaza de la Villa de Madrid. Días más tarde, el rey francés, escribió una carta a su madre expresándole su desgracia: "De todo, no me ha quedado más que el honor y la vida, que está salva".


Carlos V visitando a Francisco I despues de la batalla, obra de Richard Parkes Bonington.


     La noticia corrió como la espuma por todos los territorios europeos. Francia había sido humillada por la captura de su monarca a manos de los tercios españoles.

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